Hay que recordar que el sistema inmunológico es responsable de defendernos del ataque de las enfermedades y que, en ocasiones, por causas que los científicos desconocen todavía, algunos de nuestros “soldados” pierden la brújula y atacan a determinado órgano (páncreas, intestino o articulaciones, por ejemplo), o bien, lanzan ofensiva contra todo el cuerpo.
Los investigadores sospechan que posiblemente los virus y bacterias, así como el exceso de medicamentos y vacunas e, incluso, los alimentos industrializados, pueden participar en el origen de estos males. Lo que sí se sabe plenamente es que en este tipo de padecimientos existe gran predisposición genética (se encuentra determinado en la información hereditaria).
Se cree también que, en general, las mujeres son más susceptibles a sufrir el embate de estas afecciones (quizá por cuestiones hormonales), pero no hay nada concluyente, así que lo mejor, dicen los expertos, es analizar cada una de las enfermedades por separado, ya que, por ejemplo, en el caso de artritis reumatoide la incidencia en mujeres supera a la de varones en relación 3 a 1, pero en otras afecciones prácticamente existe “empate”.
De manera esquemática, y para contextualizar poco más el tema, a continuación presentamos las principales enfermedades autoinmunes:
- Artritis reumatoide. Inflamación articular (en muñecas, dedos, rodillas, tobillos) y de los tejidos próximos.
- Diabetes tipo I. El páncreas es incapaz de producir cierta hormona (insulina) que el cuerpo requiere.
- Enfermedad de Addison. Alteración de las glándulas suprarrenales (localizadas en la parte superior de los riñones), las cuales son responsables de generar hormonas de diferente tipo, como las sexuales y aquellas que mantienen el equilibrio de los minerales.
- Enfermedad celíaca. El cuerpo no absorbe diversos nutrientes, principalmente gluten (proteína), presente en cereales.
- Enfermedad de Graves. Ocasiona que la glándula tiroides (situada en el cuello y encargada de coordinar múltiples funciones del organismo) funcione excesivamente.
- Esclerosis múltiple. El sistema inmune daña la capa que recubre y protege a las células nerviosas, lo que provoca bloqueo en los impulsos transmitidos por éstas y, con ello, la posible atrofia del cerebro y médula espinal.
- Lupus eritematoso sistémico. Afecta a las articulaciones, riñones, piel y otros órganos.
- Síndrome de Sjogren. Las glándulas que producen lágrimas y saliva se alteran, de modo que boca, ojos y mucosas están secos.
- Tiroiditis de Hashimoto. Reacción del sistema inmune contra la glándula tiroides (la inflama), cuyo funcionamiento suele verse reducido (se presenta hipotiroidismo).
Y las que faltan
El experimentado Dr. Tomás Cortés Espinosa, jefe de la Clínica de Enfermedades Inflamatorias del Hospital 20 de Noviembre, perteneciente al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores al Servicio del Estado (ISSSTE), ubicado en la Ciudad de México, complementa el listado de las afecciones citadas comentando que la cirrosis biliar primaria es otra enfermedad autoinmune que ataca preponderantemente a las mujeres entre la cuarta y quinta década de vida; contrario a lo que puede pensarse, no se origina por abuso en el consumo de alcohol ni por el ataque del virus de la hepatitis B o C.
El prestigiado gastroenterólogo cita también a la hepatitis autoinmune o lupoide (inflamación del hígado causada por células inmunitarias que confunden a aquellas normales con microorganismos invasores) como otro integrante de este grupo de trastornos, pero cuando toca el turno a la llamada enfermedad inflamatoria intestinal (EII), habla de ella con detenimiento: “No tenemos datos epidemiológicos, pero a nivel mundial ha crecido aceleradamente. Tan sólo en Estados Unidos hay un millón de enfermos, y cada año se diagnostican 30,000 nuevos casos”.
La EII está integrada por la enfermedad de Crohn, la cual se caracteriza por inflamación de las paredes intestinales (principalmente en la porción más baja del intestino delgado), aunque es posible que afecte cualquier tramo del tracto gastrointestinal, desde la boca hasta el ano e, incluso, la piel en torno a éste. A su vez, el segundo constituyente del trastorno es la colitis ulcerosa inespecífica, afección crónica (de larga duración) en la que el intestino grueso se inflama y ulcera, provocando diarrea con sangre, cólicos y fiebre.
Hablar de la EII es importante porque, si bien se desarrolla al interior del aparato digestivo, “ocasiona más de 80 manifestaciones fuera de él, pues afecta a los sistemas musculoesquelético, reproductor, vascular (circulatorio) y nervioso, así como al hígado, vesícula biliar (especie de saco que contiene a la bilis, sustancia que ayuda a la digestión) y piel; de allí la importancia de conocer este padecimiento”, enfatiza el experto.
No confundirComo se apuntó, la falta de estadísticas nos hace “caminar con los ojos vendados”, pero atendiendo a la experiencia estadounidense debemos poner “nuestras barbas a remojar”. Ello a pesar de que, como señala el Dr. Cortés Espinosa, las personas de origen caucásico (raza blanca) y de la etnia judía askenazí (asentados originalmente en Europa central y oriental) son los que tienen mayor riesgo de padecer la EII.
Dicha alteración autoinmune afecta a cualquier edad, aunque su aparición es más frecuente entre los 15 y 30 años, así como en pacientes entre la quinta y sexta décadas de vida. El diagnóstico temprano es invaluable y, por ello, afirma el entrevistado, es fundamental que los médicos de primer contacto se capaciten para que puedan distinguir entre colitis ulcerosa inespecífica y síndrome desinteriforme (enfermedad gastrointestinal), ya que ambos presentan síntomas parecidos: fiebre, cólico abdominal, diarrea y presencia de moco y sangre durante la evacuación.
Es importante que sea un gastroenterólogo clínico y no un cirujano —señala el también médico endoscopista— quien se ocupe de ofrecer el diagnóstico definitivo y fijar el tratamiento: “Lo digo sin afán de herir susceptibilidades, pero hay que reconocer que algunos especialistas se confunden y piensan que todo se debe a una ameba (parásito intestinal) o cuadro de salmonelosis (infección generada por microorganismos del grupo Salmonella). En consecuencia, ordenan cierto tratamiento que en ocasiones logra detener las molestias, pero tras algunas semanas el paciente recae. A fin de cuentas, el diagnóstico se retrasa y genera complicaciones”.
Terapias biológicas, gran ayudaAlgunas enfermedades autoinmunes, sobre todo artritis reumatoide y la EII, se manejaron a partir de 1950 con medicamentos corticoesteroides (sustancia producida por las glándulas suprarrenales que regulan al sistema de defensas y alivian la inflamación). Posteriormente surgió la idea de combinar antibióticos como las sulfas con una molécula de ácido acetilsalicílico, dando origen a nuevo fármaco empleado en el tratamiento de estos padecimientos: sulfasalacina.
La carrera científica en busca de mejores soluciones llegó en 1998 a etapa de exitosos resultados con las llamadas terapias biológicas, mismas que consisten en inhibir la acción del factor de necrosis tumoral (FNT), compuesto que forma parte del sistema inmune y se exacerba (aumenta demasiado su actividad) de tal manera que se convierte en especie de asesino de su propia familia.
El infliximab es una sustancia que ha demostrado ser sumamente eficiente en el control de enfermedades autoinmunes como artritis reumatoide, psoriasis (trastorno inflamatorio de la piel que se presenta con placas rojas formadas por gruesas escamas), enfermedad de Crohn e, incluso, espondilitis anquilosante (dolor e inflamación en la parte baja de la columna vertebral).
El Dr. Mario Alberto Garza, jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario de la Universidad Autónoma de Nuevo León (norte de México), afirma al respecto que el descubrimiento y uso de este tipo de medicamentos son significativos, toda vez que se calcula que existe aproximadamente un millón de personas con artritis reumatoide en nuestro país.
Por su parte, el Dr. Mario Amaya, jefe de Dermatología del Centro Médico del Noreste (en San Luis Río Colorado, Sonora), asegura que la psoriasis se encuentra entre las 15 enfermedades de la piel más frecuentes en nuestro país, mientras el Dr. Rubén Burgos, miembro del Servicio de Gastroenterología del Hospital General de México (adscrito a la Secretaría de Salud y localizado en la capital de la República), sentencia que al menos 100,000 mexicanos padecen espondilitis anquilosante.
Asimismo, el Dr. René Malé, gastroenterólogo del Hospital del Carmen, en Guadalajara, Jalisco (Occidente), asevera que la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa inespecífica, componentes de la EII, han aumentado aproximadamente 8% en los últimos 20 años.
Finalmente, el Dr. Cortés Espinosa, miembro de la Asociación Mexicana de Gastroenterología, concuerda plenamente con los datos mencionados por sus colegas y establece que la mujer resiente particularmente la agresión de este tipo de alteraciones, sobre todo en el caso de padecer la enfermedad inflamatoria intestinal, porque muchas veces se trata de personas casadas que quieren tener hijos y sienten temor de heredarles la afección, o bien, piensan que el bebé puede presentar cierta malformación o que no se desarrollará completamente sano, debido a los medicamentos que debe ingerir.
Aunque parezca increíble, concluye el especialista, este tipo de condición puede ser motivo de divorcio porque la pareja no entiende que la enfermedad no es contagiosa, y que tener lesiones (fístulas o abscesos) en la región perianal (alrededor del ano) es muy molesto, de modo que lo último que se desea es tener relaciones sexuales. Sin embargo, todo se modifica cuando la afectada se somete a terapia biológica, la cual, en palabras del entrevistado, “es excelente opción que le cambia la vida a la paciente, devolviéndola a la normalidad”.
Fuente: saludymedicinas
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