El síndrome dispéptico conjunta una serie de síntomas abdominales, como dolor, náuseas, inflamación abdominal, flatulencia, eructos, sensación de saciedad temprana, pirosis (ardor torácico), regurgitación o lo que las personas comúnmente refieren como indigestión; en contadas ocasiones se presenta diarrea.
En los últimos años, la atención de pacientes que acuden a consulta por presentar alguno o varios de estos síntomas se ha incrementado, a causa de las grandes variaciones que ha sufrido la dieta pero, sobre todo, por desordenes alimenticios de cada persona.
El consumo de productos picantes, grasas, alcohol y tabaco es común en la población mexicana, por lo cual la mucosa gastrointestinal se irrita y genera procesos inflamatorios que no permiten la secreción adecuada de sustancias que se encargan de llevar a cabo el proceso de digestión. La consecuencia es que, al no ser adecuadamente digeridos los alimentos, su paso del estómago hacia el intestino se retarda, generando sensación de saciedad y plenitud gástrica, así como retraso en el vaciamiento del órgano, favoreciendo de esta manera que el contenido del mismo retorne al esófago, propiciando reflujo y náuseas, eructos y ardor torácico, lo que en conjunto se conoce popularmente como agruras.
Sucede también que los alimentos mal digeridos, al llegar a la porción final del intestino, son atacados por las bacterias de esta región y causan formación de gases intestinales que generan inflamación abdominal y flatulencia.
El síndrome dispéptico se origina por la conjunción de varios trastornos; los más importantes se mencionan a continuación:
- Hernia hiatal. Se presenta cuando hay una apertura del hiato, parte del cuerpo que conecta al esófago con el estómago, el cual se desplaza por encima del diafragma (músculo que separa al tórax del abdomen).
- Úlcera gástrica. Lesión que se genera en la cubierta interna (mucosa) del estómago o del duodeno (inicio del intestino), que se puede extender al resto de las capas de estos órganos y llegar a perforar sus paredes.
- Gastritis. Inflamación de la mucosa gástrica que cubre las paredes internas del estómago.
- Gastroparesia. En otras palabras, trastornos del movimiento gástrico, debido principalmente a la falta de estímulos nerviosos que propician deficiente desplazamiento de los alimentos por el intestino.
- Intolerancia a la lactosa. La falta o baja presencia de la enzima llamada lactasa impide la óptima asimilación de un azúcar componente de los lácteos, denominada lactosa; el problema puede generar flatulencia y diarrea y, en alto porcentaje, es hereditaria.
- Parasitosis intestinales. La presencia en el tracto digestivo de parásitos (sobre todo amebas, salmonellas y lombrices) frecuentemente es causa de alteraciones en el proceso digestivo.
Cómo ayudarnosPara controlar los síntomas del síndrome dispéptico es importante conocer las causas específicas que lo originaron, con el fin de que el tratamiento se dirija a corregir origen y síntomas; sin embargo, en muchos casos las molestias resultan excesivas, por lo cual el médico especialista (en este caso gastroenterólogo) tratará de darles alivio lo más pronto posible siguiendo un tratamiento empírico, es decir, basado en su experiencia científica.
Lo anterior generalmente resulta la opción adecuada para pacientes menores de 45 años de edad, que no tienen evidencia de alguna enfermedad crónica como diabetes; también es útil en quienes presentan síntomas leves pero de larga duración, intermitentes o de fácil control. Las opciones terapéuticas más recurrentes para controlar los molestos síntomas son las siguientes:
- Antiácidos. Constituyen excelente medio para tratar síntomas leves de dispepsia, en especial cuando se relaciona con excesos o con alteraciones de la dieta habitual; no se recomiendan a pacientes que sufren de dispepsia constante o diaria.
- Subcinato de bismuto. Protege y regenera la mucosa; sin embargo, como se llegan a absorber pequeñas cantidades de bismuto no debe usarse por tiempo prolongado.
- Bloqueadores. Productos que impiden la secreción de jugo gástrico (ácido clorhídrico); son una de las opciones más usadas por los pacientes que se automedican, no obstante, quienes no mejoran en grado significativo con este tratamiento requieren de estudios específicos para un diagnóstico preciso y dar el tratamiento correspondiente.
- Procinéticos. Medicamentos que mejoran los trastornos de la movilidad gastrointestinal y proporcionan alivio en los pacientes con reflujo gastroesofágico o dispepsia sin presencia de úlcera; pero, como los anteriores fármacos, si no se observa mejoría significativa, se deben realizar exámenes adicionales para su control.
- Ameba en fresco. Consiste en la toma de muestra de moco de la región anal por medio de un hisopo (cotonete), con la finalidad de establecer la presencia de ameba.
- Citología en moco fecal. Sirve para identificar el tipo de glóbulos blancos que contiene el moco fecal, de esta manera se puede tener idea de las características del agente que está produciendo la diarrea.
- Coproparasistoscópico. Se buscan parásitos, sus huevecillos o restos de ellos en heces del paciente, con la finalidad de establecer su tipo y características; es común que se tomen muestras durante tres días consecutivos para conocer el desarrollo de los microorganismos.
- Endoscopía. Diminuta cámara de video es introducida por la boca para conocer el estado de esófago, estómago e intestino, así como para tomar muestras de tejidos (biopsia) y descartar la presencia de células cancerígenas en la zona.
- Esofagograma. También llamado serie esófago-gastro-duodenal, es una exploración con rayos X en distintas posiciones (de pie, acostado, boca abajo) en la que se utilizan contrastadores para observar el movimiento de líquidos en el aparato digestivo.
- Gastroscopía. Mediante un tubo de luz se puede ver a través de un monitor la mucosa del esófago y estómago en busca de alteraciones.
En ocasiones es necesario recurrir a terapias de apoyo como la ocupacional, psicoterapia, hipnosis y conductual, la cual incluye sesiones de relajación. Estas técnicas proporcionan al paciente sensación de mayor control sobre sus enfermedades, promueven patrones sanos de comportamiento y reducen los estados de estrés, ansiedad y depresión.
En conclusión, podemos decir que la terapéutica empleada para el control de los síntomas del síndrome dispéptico debe ser, la mayoría de las ocasiones, en forma combinada. De esta manera, se logrará mejorar el padecimiento eliminando los síntomas y procurando que el paciente no se automedique pues podrían surgir otro tipo de alteraciones por sobredosificación, reacciones alérgicas o efectos secundarios a cualquiera de los medicamentos empleados; lo más conveniente es solicitar la valoración clínica del gastroenterólogo y mantenerse bajo tratamiento controlado y supervisado.
Fuente: saludymedicinas.com
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